En plena era de los vehículos eléctricos, hay un país que ha emergido como potencia dominante: China. Durante años, el gigante asiático ha impulsado de forma agresiva este sector con subsidios y políticas favorables. Como resultado, surgieron cientos de nuevas marcas de autos eléctricos, muchas de ellas desconocidas fuera del país.
Sin embargo, la situación actual dista mucho del optimismo inicial. El mercado chino de autos eléctricos atraviesa una crisis, con un creciente número de fabricantes que están cerrando sus puertas. Solo en el último año, al menos 16 empresas dejaron de operar. Y en lo que va del año, varias más enfrentan dificultades financieras o procesos de quiebra inminente.
Tesla chino… pero quebrado
En 2021, Baidu —una de las principales empresas tecnológicas de China— se unió con Geely (conocida por adquirir Volvo) para lanzar la marca Jiyue. Con una inversión inicial de 4 mil millones de wones, el proyecto aspiraba a rivalizar con gigantes como BYD o incluso Tesla.
Desde entonces, Jiyue presentó modelos como el 01 y el 07, además del hiperdeportivo X. Pero las ventas nunca despegaron: apenas una unidad vendida al mes. La inversión se desvaneció y, en noviembre pasado, cerraron la fábrica y las salas de exhibición. La empresa quedó en un limbo operativo. Otro caso similar es el de Neta, que terminó solicitando la quiebra por problemas de gestión. Incluso BYD, líder indiscutido del sector, está viendo desplomarse su cotización bursátil.
Competencia feroz y canibalismo de precios
La principal razón detrás de este colapso es la competencia desbordada. El respaldo estatal generó un auge descontrolado de fabricantes, y ahora todos luchan por sobrevivir en un mercado sobresaturado. Además de los fabricantes locales, hay alianzas con marcas extranjeras que hacen aún más compleja la disputa.
Algunas compañías han optado por recortar los precios a la mitad para mantenerse en juego. Pero muchas no resisten la caída en márgenes de ganancia y terminan abandonando el mercado. El exceso de producción también es un factor clave. Aunque el mercado automotriz chino es enorme, tiene límites. El año pasado se estimaba que había 130 millones de unidades sin vender. Algunos fabricantes recurren a maniobras cuestionables como registrar vehículos como nuevos y luego venderlos inmediatamente como usados.
Solo los fuertes sobrevivirán
En este contexto, muchas marcas están desapareciendo, pero las que logren resistir esta purga probablemente emerjan fortalecidas. Se espera que consoliden su posición tanto a nivel local como en el extranjero, gracias a sus capacidades tecnológicas cada vez más avanzadas.
Además, a medida que las subvenciones para autos eléctricos se reducen o eliminan en varios países, la ventaja en precios bajos de China podría representar una enorme oportunidad. Esto podría afectar en particular al mercado de autos compactos en Europa y Japón, donde esos modelos son muy populares.
El sueño eléctrico chino se enfrenta a una dura realidad. De un ecosistema floreciente, estamos pasando a un escenario de depuración masiva. Pero si algo queda claro, es que los sobrevivientes estarán mejor posicionados para dominar el futuro de la movilidad global.
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