Un fuerte retroceso experimentaron los pedidos de bienes duraderos en Estados Unidos durante el mes de junio, registrando una caída del 9.3% en comparación con el mes anterior. Este descenso, el más pronunciado en más de un lustro, fue revelado hoy por la Oficina del Censo, encendiendo alarmas sobre el panorama manufacturero del país.
El valor total de las nuevas órdenes de bienes manufacturados de larga duración, un indicador clave de la demanda industrial, se contrajo en $32.1 mil millones, ubicándose en $311.8 mil millones. Esta cifra representa un giro drástico respecto al crecimiento del 16.5% (revisado al alza) registrado en mayo, y se sitúa por debajo de las expectativas de los analistas, quienes habían pronosticado una disminución del 10.4% para el sexto mes del año.
El sector del equipo de transporte fue el principal motor de esta contracción, desplomándose un 22.4%. Dentro de esta categoría, los pedidos de aeronaves y componentes no militares mostraron una caída aún más abrupta, del 51.8%, reflejando quizás una desaceleración en las inversiones del sector aéreo.
Asimismo, los bienes de capital experimentaron una disminución significativa, con una baja del 22.2%, mientras que los bienes de capital no relacionados con la defensa cayeron un 22%. Estos datos sugieren una cautela en las inversiones empresariales en maquinaria y equipo, lo que podría impactar el crecimiento económico futuro.
Al analizar las cifras, se observa que, excluyendo los pedidos de defensa, las nuevas órdenes disminuyeron un 9.4% mes a mes en junio, lo que indica que la debilidad en la demanda no se limita únicamente al ámbito militar.
No obstante, un dato contrasta con el panorama general: si se excluye el volátil sector del transporte, los nuevos pedidos de bienes duraderos mostraron un ligero aumento del 0.2% en una base mensual. Esto sugiere que, si bien la industria aeronáutica y automotriz afronta vientos en contra, otros segmentos manufactureros podrían estar mostrando una mayor resiliencia.
Este informe de junio subraya la volatilidad en la demanda de bienes duraderos y será un punto de atención para economistas y formuladores de políticas mientras evalúan la trayectoria de la economía estadounidense en la segunda mitad del año.